miércoles, 4 de enero de 2017

La liturgia de nuestra vida cotidiana (participación en la liturgia)


            Cuando se participa en la liturgia de modo consciente, activo, interior, pleno, la vida se va transformando en una liturgia de lo cotidiano, en un culto vivo y real de las cosas cotidianas, lo ordinario de la vida. 





                  Aquello que vivimos en el mundo, en la sociedad, el ámbito familiar y de amistad, el oficio o profesión, el apostolado, la vida social, etc., son la materia y el lugar donde cada uno de los fieles darán culto a Dios, sirviendo a Cristo Señor y santificándose en él.


            La liturgia de la Iglesia tiene una incidencia real en los creyentes, santificándolos, y de ese modo recibe una prolongación en la liturgia existencial de cada bautizado en el mundo. 

               Curiosamente, más que preocuparnos de la acción divina en la liturgia y la transformación interior, se incide más en un tipo de participación externo, lleno de activismo; sin embargo, se ha de tener en cuenta, de manera concreta, que los fieles se impregnen bien de aquello que celebran y en lo que participan para que sus vidas sean vidas santas en el mundo.


               Es decir, lo que hay que buscar e incrementar es esa participación interior de todos los fieles, para que vivan la liturgia y asuman sus riquezas, de manera que luego salgan de la liturgia transformados para vivir santamente.

            Por tanto, a la hora de fomentar e incrementar la “participación” o “una Misa participativa”, hemos de tener en mente la verdadera participación interior, que busca entrar en el Misterio, y su prolongación en la vida, y no reducir la participación a las intervenciones y la creatividad del grupo inventando ofrendas, moniciones, manifiestos y acción de gracias.

1 comentario:

  1. La participación exterior en la Liturgia debe favorecer la participación interior, es decir, profundizar en la palabra de Dios y en el misterio que se celebra.

    Tú que quisiste acampar entre nosotros,haz que seamos dignos de morar contigo en tu reino (de las Preces de Laudes).

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