lunes, 29 de junio de 2015

Pedro, cabeza del grupo apostólico

El evangelio de Juan presenta a Pedro como cabeza del grupo apostólico especialmente tras la crisis del discurso del Pan de vida (Jn 6) y en el momento de la resurrección.


Jesús acaba de pronunciar un largo e importante discurso sobre el Pan de vida, desarrollado en todo un capítulo. Doctrina difícil para gente que sólo sigue a Jesús porque multiplica el pan y realiza milagros: "la verdad es que me buscáis, no por los milagros que habéis visto, sino porque comisteis pan hasta saciaros" (Jn 6,26). Y Jesús afirma tajantemente: "Yo soy el pan de vida. Yo soy el pan vivo bajado del cielo, y el pan que os voy a dar es mi carne" (Jn 6,48). Y continuó afirmando: "Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros" (Jn 6,53). Por ello los judíos consideraron que "esta enseñanza era inadmisible" (Jn 6,66b). Como consecuencia, "muchos de los que le seguían se volvieron atrás y ya no andaban con Él" (Jn 6,66).

Situación, pues, de crisis y duda en los los que le seguían que obviamente afectó también a los apóstoles, y podemos suponer que el mismo Jesús se sintió abandonado por todos. Ante esta situación, se dirige a los apóstoles preguntando si también ellos quieren abandonarle. Entonces es Pedro el que solemnemente proclama en nombre de los doce: "Señor, ¿a quién iremos? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios" (Jn 6, 68-69). Declaración de fe en Cristo que Pedro, con su impetuosidad característica, realiza en nombre de los doce.

"Esta declaración de Pedro en nombre de los demás discípulos es el eco de la tradición sinóptica sobre la confesión mesiánica de Cesarea de Filipo. Pero está formulada con los rasgos típicos del cuarto Evangelio. Jesús es reconocido como el Enviado de Dios, el único mediador capaz de comunicar a todos los que le acogen la vida plena de Dios. En las palabras de Pedro, que se convierte en el portavoz de los discípulos históricos, se advierte la concepción de la fe tradicional de Juan" (Martín Descalzo, Vida y misterio de Jesús de Nazaret, vol. III, Salamanca 1987, p. 410).

El otro momento fundamental se produce en la mañana de la Resurrección (Jn 20). María Magdalena anuncia a los discípulos que el sepulcro está vacío. En nombre de los discípulos, que quedarían inquietos, salen Pedro y Juan a ver la tumba vacía de Cristo. Pedro entra antes que Juan en el sepulcro, aunque llegó el último, y vio y creyó. Es, pues, Pedro el que, en nombre del grupo, certifica la Resurrección del Señor.

En todos los evangelios se destaca siempre la autoridad de Pedro con respecto al grupo; autoridad que le viene conferida por la voluntad del Señor Jesús. Es el inicio de su actividad como Cabeza de los apóstoles, que, al final del Evangelio, será confirmada por Cristo: "¡Apacienta mis corderos!"

Pedro, como portavoz del grupo y cabeza suya, como figura destacada del grupo, está realizando lo que es, propiamente, su ministerio: ser Cabeza, el primero, el que ratifica, el que se convierte en maestro y confirma en la fe a sus hermanos.

El Señor aparece resucitado. Todos han ido a pescar por indicación de Pedro (Jn 21,1-8), que tiene una autoridad moral sobre el grupo. De pronto, aparece el Señor; se creen que es un fantasma. Juan lo reconoció: "Es el Señor". Pero es Pedro quien, ciñéndose la túnica, se tira al agua hasta donde está el Señor. Puede ser impulsividad: quiere ir donde está el Señor, donde está Jesús, pero es significativo que ningún Apóstol se tire al agua. Dejan solos a Jesús y a Pedro y éste actúa en nombre de todos.

Siempre Pedro en nombre de todo el grupo... porque Jesús le concedió una autoridad que los demás apóstoles siempre reconocieron.

3 comentarios:

  1. Hay frases del Evangelio que me impactan más que otras, y una de ellas es esta “Señor, ¿a quién iremos? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios".

    Tengo simpatía por el apóstol san Pedro, el impetuoso; creo que amaba realmente al Señor a pesar de su fragilidad en el momento de la Pasión. De aquellas otras palabras: “Señor, tú lo sabes todo, tu sabes que te quiero”, se suelen referir las homilías a la tristeza y humildad de Pedro (que recuerda su negación); para mi son muestra de una gran fe y ternura.

    Estamos sumergidos en toneladas de información, de novedades que se nos presentan como apetecibles, pero sólo Jesús tiene palabras que resisten el paso del tiempo. Nos recordaba el Papa Juan Pablo II, sucesor de san Pedro: “Sólo Jesús conoce vuestro corazón, vuestros deseos más profundos. Sólo Él, que os ha amado hasta la muerte, es capaz de colmar vuestras aspiraciones. Sus palabras son palabras de vida eterna, palabras que dan sentido a la vida. Nadie fuera de Cristo podrá daros la verdadera felicidad”.

    Tú que rogaste por Pedro para que no se apagara su fe, da firmeza a la fe de tu Iglesia (de las preces de Laudes)


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  2. Julia María:

    Como el libro de los gustos está en blanco, mi frase (o una de ellas) más preferida es otra, pronunciada también por san Pedro: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero".

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  3. Pedro arrepentido,
    Pedro el preferido del Señor,
    Pedro el entusiasta por Cristo Jesús, pídele al Señor un amor hacia el Salvador,
    tan fuerte y tan generoso
    como el amor que por Cristo Jesús ardió en tu gran corazón.

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