jueves, 13 de enero de 2011

El pecado (textos isidorianos)

1. Por dos causas se comete el pecado; a saber: ya por el ímpetu de la concupiscencia, ya por el miedo al mal que se teme; en cuanto que uno ora quiere conseguir el bien que desea, ora teme incurrir en el mal que lo asustó.

2. De cuatro modos se comete el pecado en el corazón y de cuatro se consuma de obra. En el corazón: por sugestión demoníaca, por deleite carnal, por consentimiento de la voluntad, por justificación de la soberbia. De obra: ora a escondidas, ora en público; ora por costumbre, ora por desesperanza. Así, pues, por estos procedimientos se comete el pecado en el corazón y se consuma de obra la maldad.



3. El pecado se realiza motivado por tres razones; esto es: la ignorancia, la debilidad y la malicia, pero con riesgo diverso en la culpabilidad. En efecto, por causa de la ignorancia pecó Eva en el paraíso, como dice el apóstol: “El varón no fue engañado, sino la mujer, que, una vez seducida, incurrió en la transgresión” (1Tim 2,14). Luego Eva pecó por ignorancia, mas Adán voluntariamente, porque no fue engañado, sino que pecó con propósito deliberado y consciente. En cambio, el que es seducido evidentemente desconoce aquello en que consiente. Pedro, por su parte, pecó por debilidad, cuando, por miedo a la muchacha que le preguntaba, negó a Cristo; de ahí que, tras cometer el pecado, lo lloró con gran amargura (Cf. Mt 26,75).


4. Es más grave que uno peque por debilidad que por ignorancia, y más grave pecar con intención que por debilidad. Porque peca de intento quien con afecto y deliberación del ánimo obra el mal, mas por debilidad quien peca fortuita e irreflexivamente. Pero pecan intencionadamente con mayor perversidad los que no solo viven en el vicio, sino que además apartan del camino de la verdad, si pueden, a los que viven con rectitud.


5. Porque los hay que pecan por ignorancia y los hay que a sabiendas. Los hay también que, bajo pretexto de ignorancia, no quieren enterarse, para que se les considere menos culpables; pero estos no se justifican a sí mismos, sino que se extravían aún más.


6. El simple desconocer es propio de la ignorancia; pero el no haber querido enterarse, de obstinada soberbia. En efecto, querer ignorar la voluntad del propio señor, ¿qué otra cosa significa sino querer menospreciar al señor a impulso de la soberbia? Por tanto, que nadie se excuse por ignorancia, porque Dios no solo condena a los que se apartan de su pensamiento, sino también a aquellos que lo ignoraron, según lo atestigua el mismo Señor por boca del profeta. “Exterminaré –dice- a los hombres de sobre la faz de la tierra... y a los que se apartan del Señor dándole la espalda, y a los que no lo buscaron ni trataron de conocerlo” (Sof 1,3.6). Y el Salmo añade: “Derrama tu ira sobre los pueblos que no te conocieron” (65,25).


(San Isidoro, Sentencias, II, c. 17).

11 comentarios:

  1. Mientras vivimos en este mundo, ciertamente, tenemos un combate, una lucha contra el pecado, San Pablo habla así a los Efesios:

    Revestíos de las armas de Dios para poder resistir las acechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los esíritus del mal que están en el aire. Ef. 6,11-12.

    Y tenemos dos alas maravillosas: la humildad y el temor de Dios.

    Dijo el abad Juan, el Enano: «La puerta de Dios es la humildad. Nuestros Padres tuvieron que sufrir muchas humillaciones y entraron alegres en la ciudad de Dios». Y añadió: «La humildad y el temor de Dios superan a todas las virtudes».

    Un día, el abad Macario volvía del pantano a su celda llevando palmas. Y salió a su encuentro el diablo con una guadaña. Intentó herirlo con la guadaña pero no pudo. Y entonces le dijo: «Macario, sufro mucho por tu causa, porque no te puedo vencer. Hago todo lo que tú haces: tú ayunas y yo no como, tú velas y yo no duermo nunca. Sólo hay una cosa en la que tú me superas». «¿Cuál es?», le preguntó el abad Macario. Y el demonio le respondió: «Tu humildad, que me impide el que pueda vencerte».

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  2. La mejor forma de luchar contra el pecado es conocernos a nosotros mismos. Esto es lo que San Isidoro, clarividentemente nos reseña en sus reflexiones. reflexiones que no tienen desperdicio alguno y que tendríamos que leer de vez en cuando.

    Gracias D. Javier :)

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  3. Estoy de acuerdo, como siempre, con Desde Sevilla, que con la humildad y el temor se le cierran las puertas al diablo.
    Y que Eva pecara por ignorancia y Adán voluntariamente, me ha encantado. ¡Es que el hombre es muy vicioso!
    Lo siento, como mujer que soy, salgo ganando. Aunque en estos tiempos que corren, no sé, no sé quien puede tener más culpa...

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  4. Capuchino de silos:

    Me va a permitir una nota de humor. ¿El hombre es muy vicioso? Vamos, vamos... ¡¡Feminismo en este blog!!

    Pero la que se dejó seducir era Eva, la que iba de lista, queriendo ser como Dios y que se le abrieran los ojos. Adán es un mandado. ¡Cómo no serían las cosas que Eva necesitó como abogada a la Virgen María, nada menos! (palabras de san Ireneo).

    Volviendo a lo serio:

    la humildad es imprescindible para vencer. La soberbia es un monstruo deforme, una apisonadora de cualquier semilla de bien.

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  5. ... ora por desesperanza.
    Esto nunca lo había pensado. No hace mucho leí que los que viven esclavos del sexo, muchas veces es porque están deprimidos. No sé si será cierto pero algo de eso debe haber.
    Como antídoto, otra frase, creo que de san Pablo:
    La alegría del Señor es vuestra fortaleza.

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  6. aprendiz:

    Interesante el subrayado que hace.

    Quien no espera, debe colmar su vacío y su tristeza; si no es con Dios, lo que hará con cualquier sucedáneo. Quien no espera, buscar sustentar su presente angustioso de cualquier forma.

    La frase que cita, por cierto, es del libro de Nehemías, se lee como lectura breve de Laudes en los domingos de Cuaresma, y es una de las fórmulas de despedida del diácono en la liturgia: "La alegría del Señor sea nuestra fortaleza. Podéis ir en paz".

    Saludos cordiales como siempre.

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  7. Gracias don Javier por aclarar la cita esa que me gusta mucho. ¡De san Pablo a Nehemías! Qué ignorancia la mía.

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  8. Aprendiz:

    No me gusta que se autocalifique de ignorante, porque no lo es Vd.

    He apuntado el libro bíblico porque lo recuerdo por las Laudes de los domingos cuaresmales y su inclusión como fórmula litúrgica de despedida. Pero esto, que no tiene mayor importancia, no tenemos todos porqué saberlo.

    De ignorante, nada. ¿Vale? Un abrazo cordialísimo

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  9. Hola D.Javier. "el no haber querido enterarse, de obstinada soberbia." He aquí una razón más para venir a catequesis. Es fundamental conocer y recordar la causa,el modo y tipos de pecado y las formas en que somos tentados o nos ponemos por ignorancia en peligro. Que cuando no es por ingnoracia no hace falta nos digan que eso en sí mismo ya es pecado.

    Como pedimos en la oración de esta semana: "Danos tu sabiduría eterna para que nos asista en nuestros trabajos".

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  10. catequista de Palma del Río13 enero, 2011 15:52

    Se comprensivoas con este aprendiz y perdonar por utilizar este medio para manifestar una opinión personal.

    Es un gozo esperar cada mañana los "buenos días de Dios" a través del artículo que en este blog nos llega muy tempranito. Si antes de ayer fue una fuente de luz, ayer fue sublime(la Fracción del Pan; la foto de las que se queda grabada en la retina))hoy de las que te hace pensar y meditar ¿cuales han sido hasta ahora mis conocimientos sobre la doctrina?

    Doy gracias a Dios todos los días por este "don" que nos ha traido a nuestra Parroquia (No son flores D. Javier).

    Y sobre todo tengo presente en mis oraciones a esta nueva familia que he encontrado -a veces trato de ponerles nombre y rostro-... a "desde Sevilla; Miserere mei Domine; Capuchino de Silos; NIP; aprendiz y tantos otros que acudimos a esta página cada día para intentar vivir para lo que Dios nos creó como verdaderos HIJOS DE DIOS.

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  11. Aunque Eva ignorara la realidad del pecado, me parece a mí que demasiado rápido olvidó el Amor que Dios le había mostrado y la confianza que por ese mismo Amor le era debida. Con demasiada facilidad creyó al maligno y siempre me he preguntado por qué no halló en sí misma una resistencia a la seducción de satanás.
    Que me pregunte eso no quiere decir que me sienta mejor a Eva ni mucho menos. Yo hubiera caído igual que ella, pero eso no impide cuestionarse el por qué cayeron a la primera de cambio.
    Bueno, un saludo cordial.

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