lunes, 4 de octubre de 2010

Religión, razón y fe

El título de este artículo-catequesis ya puede poner nervioso a más de uno. Se piensa que lo de "la razón" poco tiene que ver con la religión y la fe. La modernidad y la post-modernidad se han encargado de presentar el divorcio siguiente:

-La "religión" es un sistema de culto ante la Deidad. Nada más y ahí debe permanecer.

-La fe es un sentimiento, una emoción, y pertenece al campo de lo afectivo, del instinto y de lo irracional; por tanto, debe ser íntimo y privado. (Todo muy estético, devocional, sensible... pero nada más).

-La razón es el gran instrumento "sin límites" y su principal herramienta, la ciencia. Todo lo que diga la ciencia y todo lo que puede hacer, se considera irrefutable, al margen del Bien y de la Verdad. La Ilustración quería una razón desarrollada que ya no necesitase la fe: es una razón autosuficiente que acaba enferma de sí misma (hoy se habla de "pensamiento débil").

Esta división de la modernidad la hemos interiorizado más de lo que pensamos. Sin embargo, razón y fe van unidas siempre en admirable equilibrio. La fe no es irracional sino razonable; la razón se purifica y "piensa mejor" que diría Pascal, cuando la fe la va elevando.

Uno de los discursos de Benedicto XVI explicaba así cómo la fe, por ser razonable, entra en el ámbito del Bien común, de los foros sociales, de la política.

"Su papel [de la religión] consiste más bien en ayudar a purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos. Este papel “corrector” de la religión respecto a la razón no siempre ha sido bienvenido, en parte debido a expresiones deformadas de la religión, tales como el sectarismo y el fundamentalismo, que pueden ser percibidas como generadoras de serios problemas sociales. Y a su vez, dichas distorsiones de la religión surgen cuando se presta una atención insuficiente al papel purificador y vertebrador de la razón respecto a la religión. Se trata de un proceso en doble sentido. Sin la ayuda correctora de la religión, la razón puede ser también presa de distorsiones, como cuando es manipulada por las ideologías o se aplica de forma parcial en detrimento de la consideración plena de la dignidad de la persona humana. Después de todo, dicho abuso de la razón fue lo que provocó la trata de esclavos en primer lugar y otros muchos males sociales, en particular la difusión de las ideologías totalitarias del siglo XX. Por eso deseo indicar que el mundo de la razón y el mundo de la fe —el mundo de la racionalidad secular y el mundo de las creencias religiosas— necesitan uno de otro y no deberían tener miedo de entablar un diálogo profundo y continuo, por el bien de nuestra civilización
En otras palabras, la religión no es un problema que los legisladores deban solucionar, sino una contribución vital al debate nacional. Desde este punto de vista, no puedo menos que manifestar mi preocupación por la creciente marginación de la religión, especialmente del cristianismo, en algunas partes, incluso en naciones que otorgan un gran énfasis a la tolerancia. Hay algunos que desean que la voz de la religión se silencie, o al menos que se relegue a la esfera meramente privada. Hay quienes esgrimen que la celebración pública de fiestas como la Navidad deberían suprimirse según la discutible convicción de que ésta ofende a los miembros de otras religiones o de ninguna. Y hay otros que sostienen —paradójicamente con la intención de suprimir la discriminación— que a los cristianos que desempeñan un papel público se les debería pedir a veces que actuaran contra su conciencia. Éstos son signos preocupantes de un fracaso en el aprecio no sólo de los derechos de los creyentes a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa, sino también del legítimo papel de la religión en la vida pública. Quisiera invitar a todos ustedes, por tanto, en sus respectivos campos de influencia, a buscar medios de promoción y fomento del diálogo entre fe y razón en todos los ámbitos de la vida nacional".

(Benedicto XVI, Encuentro representantes de la sociedad británica, 
Westminster Hall - City of Westminster, 17-septiembre-2010).


Habrá que leer varias veces este discurso y las implicaciones que surgirían si lo aplicásemos, si nos convenciésemos de estas palabras.

3 comentarios:

  1. Pedro Arroyo Gómez05 octubre, 2010 20:59

    Yo creo que el fallo mas importante que tenemos hoy en día y que nos aleja de Dios, es el querer razonarlo todo.
    Yo, personalmente, me alejo de Dios cuando intento razonar todo lo que me rodea.
    Quizá necesite ayuda para superar esto.

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  2. Querer razonarlo todo no es malo, si aceptamos, de entrada, que no todo lo podemos comprender, que hay mucho que nos supera, que es inabarcable.
    Pero razonar es sanísimo.

    Tal vez, Pedro, "pienses mal", y tu razón se precipite, por impulsivo, en una sola dirección, sin valorar todos los factores y las causas y cerrándose al Misterio.

    Repito: el problema no es razonar, sino pensar mal sin contemplar todos los factores de la realidad y ver el Misterio de Dios actuante.

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  3. Seguramente el gran obstáculo para superar la dicotomía fe/razón (que, efectivamente, está encastrada en la cultura de la que respiramos todos los hijos de este tiempo, y por ello en nuestros propios esquemas mentales) sea el empleo de la propia palabra "religión". Este término (que en si mismo es "producto" de la modernidad) es lo suficientemente abstracto y "equidistante" como para hacerlo poco útil en este sentido, bajo mi punto de vista.

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