lunes, 27 de septiembre de 2010

El altar (lugares litúrgicos)

El altar de la Nueva Alianza es la cruz del Señor, de la que manan los sacramentos del Misterio Pascual. Sobre el altar, que es el centro de la Iglesia, se hace presente el sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales. El altar es también la mesa del Señor, a la que el Pueblo de Dios es invitado. En algunas liturgias orientales, el altar es también símbolo del sepulcro (Cristo murió y resucitó verdaderamente) (Catecismo de la Iglesia, nº 1182)
    La mesa no debe ser alargada, sino más bien cuadrada o ligeramente rectangular, digna y elegante, de acuerdo con la forma tradicional... Conviene que la base del altar descanse sobre una grada, que ha de ser de tal extensión que rodee por igual todos los lados del altar y permite circular cómodamente sobre ella (SECRETARIADO NACIONAL DE LITURGIA, Ambientación y arte en el lugar de la celebración, 1987, nº 12).

    El altar es la mesa, la mesa del Señor en la casa de Dios. Ver el altar exclusivamente como "ara del sacrificio" es propio de todas las religiones; verlo también como "Mesa del Señor" es propio del cristianismo (el mantel es propio de la mesa donde se come, no del ara de sacrificios...). “El altar, en el que se hace presente el sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales, es, además, la mesa del Señor, para cuya participación es convocado en la Misa el pueblo de Dios; es también el centro de la acción de gracias que se realiza en la Eucaristía” (IGMR, n. 296). Así en el altar se verifica cómo el Sacramento de la Eucaristía es a la vez Sacrificio, Banquete pascual y Presencia real del Señor.

    En cuanto a las características del altar destaquemos:

    a) El altar debe ser y aparecer como una mesa santa.

    b) El altar debe estar separado de la pared y poder circundarlo, especialmente en la incensación.

    c) El altar debe ser el centro de atención de toda la asamblea. Su lugar más querido, está en el centro del presbiterio; más importante que cualquier imagen o cuadro...

    d) El altar debe ser único y dedicado sólo a Dios. Un solo altar (o, como mucho, uno para celebrar los días feriales).

    e) Sobre el altar no debe haber imágenes ni reliquias. Sí las reliquias al pie del altar, bajo el altar.

    f) El altar, consagrado, o al menos bendecido.

    g) El altar debe ser de piedra natural o de otra materia noble, porque significa a Cristo, piedra angular de la Iglesia.


  Y sobre la disposición del altar:

    Para que el altar aparezca sobre todo como mesa no es conveniente que presente la forma de un rectángulo exageradamente alargado; más bien, buscando una forma proporcional tendente a ser cuadrado, sin ser exageradamente grande como los altares de nuestra Tradición tanto romana como hispana.

    El altar debe tener su realce. Un escalón o una tarima propia, su alfombra festiva, etc... El altar se debe cubrir para la Eucaristía, banquete pascual, con un mantel  proporcionado al estilo del altar y  manteles  más amplios en las grandes fiestas: ¡el convite pascual de Jesucristo!, siempre con elegancia, estilo y discreción.

    La cruz de la celebración sobre o junto al altar, al igual que los candeleros. Todo también en proporción con las dimensiones del altar. Una cruz bien visible, significativa, que atraiga las miradas de todos y manifiesten cómo la cruz y el altar están unidos en la identidad del mismo sacrificio, difiriendo sólo en la modalidad de su realización: cruento en el Calvario, incruento y sacramental en el altar. Se atiende así a IGMR, 3º ed.: “También se ha de cuidar con todo esmero cuanto se relaciona directamente con el altar y con la celebración eucarística, como son, por ejemplo, la cruz del altar y la cruz procesional” (n. 350).

5 comentarios:

  1. a) El altar debe ser y aparecer como una mesa santa.

    Leyendo este comentario pienso que las nuevas iglesias que se construyen, deberían hacerse con un altar de esas características, ocupando la parte central de la nave y casi totalmente rodeado por los bancos para los fieles. Y sólo veo que se haga en iglesias con párrocos de los neocatecumenales, no sé si estoy en lo cierto.

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  2. Aprendiz:

    El altar jamás ha estado en las distintas tradiciones y familias litúrgicas en el centro de la nave rodeado de bancos de los fieles. Eso destaca el nivel únicamente de la "comensalidad" y es una disposición del lugar nueva y no excesivamente acertada.

    El altar, que nunca ha tenido grandes dimensiones, estaba situado en el ámbito del "santuario", en el "ábside". Posee mucho simbolismo. El santuario presidido por una gran cruz y bóveda, lo circular, es el ámbito de Dios, perfecto. La nave, el lugar de todos los fieles, es cuadrado, limitado y desemboca en lo divino (lo circular). Es además la línea de la peregrinación: se camina hacia el altar y la cruz, término de la peregrinación terrena.

    El altar situado en el santuario (presbiterio) con su bóveda-cúpula es signo del altar del cielo, del que habla el Apocalipsis, por eso se rodea de las grandes pinturas de la Gloria, o de los iconos de los santos. Todos los fieles en la misma dirección miran al altar terreno esperando participar del Altar del cielo.

    Esta sí sería la disposición correcta si nos atenemos a nuestra Tradición.

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  3. Es muy bueno saber todo lo que respecta al Altar para saber contestar el porque? no esto o aquello cercas del Altar y las reberencias cuando SE HACE solo cuando está arreglado para la misa o tambien cuando estemos en la iglesia sin haber misa.

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  4. Fernando Castro M.26 junio, 2011 22:42

    Todo altar consagrado para el sacrificio de Cristo merece nuestro respeto y reverencia, por esta razón los altares deben ser fijos y de material digno (maderas finas o mármol, preferntemente), y siempre deben estar revestidos, siendo blanco el color. Durante la Misa, es el lugar central, el más importante, pues es el lugar del sacrificio de Cristo (incruento).

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  5. Fernando Castro M.26 junio, 2011 22:47

    Respecto del comentario anterior. El altar sólo permanece desnudo el Jueves Santo, después de la celebración de la Cena del Señor hasta la Vigilia Pascual. El Viernes Santo se reviste sólo durante la celebración de la Pasión del Señor.

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