lunes, 3 de mayo de 2010

Mayo y la Cruz o las cruces de mayo

En mayo tienen lugar las cruces de mayo: una cruz hecha de claveles, en un entorno floral, que preside la fiesta y la alegría. Son típicas las cruces de mayo de Granada y Córdoba. ¿Acaso un contrasentido? Más bien una fiesta muy arraigada, fruto de la liturgia de nuestro rito hispano, que el 3 de mayo celebra la Inventio sanctae crucis, la Invención o Hallazgo de la Santa Cruz. Ésta aparece en Pascua (¡mayo sigue siendo tiempo pascual!) no como instrumento de tortura y dolor, sino como la Cruz gloriosa de Jesucristo, el lugar donde es glorificado el Hijo del hombre, el Árbol de la Vida que entrega hojas medicinales.

Ésta es la perspectiva pascual de las cruces de mayo.

Éste es un modo pascual y festivo de alegrarse por el triunfo del Resucitado.

Vayamos a los textos de la liturgia hispano-mozárabe, tan elocuentes y bellos, poéticos y teológicos a la par, que son nuestra Tradición genuina. Acercarse a ellos engendra una mentalidad y espiritualidad litúrgicas.

En la Oratio admonitionis, disponiendo el sacerdote a los fieles a orar en la recitación de los Dípticos, se nos ofrecen estas consideraciones:

Queridos hermanos,
gloriémonos en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo,
y, con el corazón lleno de alegría,
con toda reverencia y gozo espiritual,
celebremos la solemnidad de este día.
Nuestro Señor y Salvador, para nuestra salvación,
estuvo colgado en la Cruz y en ella venció al diablo;
en la altitud de esta misma Cruz
fueron suspendidos los delitos del primer hombre
y las manos que ofrecieron a la boca la comida prohibida
fueron atravesadas por la dureza de los clavos.


Por esta Cruz, el apetito de la concupiscencia desordenada,
que suscitó la aparente dulzura del árbol,
fue vencido con la amargura de la hiel,
y el deseo de la gula, al que engañó el atractivo del fruto,
fue refrenado por la aspereza del vinagre.
Por esta Cruz, el veneno que la serpiente brindó a los primeros hombres,
fue expurgado del pecho de los fieles
por la medicina que brotó del costado de Cristo.
Finalmente, por esta Cruz, la confesión del nombre de Cristo
restauró sin duda al hombre
expulsado del Paraíso por haber desobedecido al precepto.

R/. Amén.


Y, por citar solamente otra oración, la plegaria que se recita en medio de los dípticos suplicará, dirigiéndose a Cristo para confesar su divinidad (una y otra vez frente al arrianismo):

Señor Jesucristo, suspendido en el patíbulo de la Cruz,
en la condición de esclavo que asumiste,
te dirigiste al Padre con las palabras apropiadas,
y, a pesar de que te sentías abandonado,
lo aclamaste para no apartarte de él;
le pediste que otorgara su perdón
a sus inicuos y criminales perseguidores;
y le pediste que aceptase tu espíritu
en sus gloriosas manos que solamente tú conocías.
Por eso, nosotros, tus pequeños siervos,
que seguimos la senda indicada por tus palabras,
humildemente imploramos tu clemencia:
lo que entonces te atrevías a pedir al Padre,
desde el abajamiento de la asumida condición humana,
ahora, que junto con la misma, disfrutas de la plenitud del poder divino,
dígnate conceder lo que te pedimos:
que no abandones nunca a tu Iglesia católica,
a la que redimiste con tu sangre preciosa,
que a nosotros que hemos venido, aunque indignos,
para celebrar la solemnidad de tu santa Cruz,
nos concedas el perdón de todos nuestros pecados;
con humilde plegaria te rogamos también que, siempre en tu presencia,
nos recibas, custodies y bendigas.
Tú que te dignaste justificar la confesión
del malhechor crucificado contigo
aumenta la fe de los que rectamente creen en ti,
multiplícala y consérvala con tu acostumbrado amor.

R/ Amén.

Ya vemos entonces el valor preciosísimo de la Cruz gloriosa en la Santa Pascua. Reina desde el madero el Señor. Aleluya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario