miércoles, 25 de noviembre de 2009

La cultura inmanentista -agnóstica- postmoderna

Nuestro mundo, es evidente, es un mundo triste porque ha perdido la esperanza; intenta apagar esa tristeza aferrándose a lo inmediato y a aquello que la pueda evadir. Pero no lo logra porque se va apartando de la fuente de la esperanza. Con palabras de Juan Pablo II:

"En la raíz de la pérdida de la esperanza está el intento de hacer prevalecer una antropología sin Dios y sin Cristo. Esta forma de pensar ha llevado a considerar al hombre como « el centro absoluto de la realidad, haciéndolo ocupar así falsamente el lugar de Dios y olvidando que no es el hombre el que hace a Dios, sino que es Dios quien hace al hombre. El olvido de Dios condujo al abandono del hombre », por lo que, « no es extraño que en este contexto se haya abierto un amplísimo campo para el libre desarrollo del nihilismo, en la filosofía; del relativismo en la gnoseología y en la moral; y del pragmatismo y hasta del hedonismo cínico en la configuración de la existencia diaria ». La cultura europea da la impresión de ser una apostasía silenciosa por parte del hombre autosuficiente que vive como si Dios no existiera. En esta perspectiva surgen los intentos, repetidos también últimamente, de presentar la cultura europea prescindiendo de la aportación del cristianismo, que ha marcado su desarrollo histórico y su difusión universal. Asistimos al nacimiento de una nueva cultura, influenciada en gran parte por los medios de comunicación social, con características y contenidos que a menudo contrastan con el Evangelio y con la dignidad de la persona humana. De esta cultura forma parte también un agnosticismo religioso cada vez más difuso, vinculado a un relativismo moral y jurídico más profundo, que hunde sus raíces en la pérdida de la verdad del hombre como fundamento de los derechos inalienables de cada uno. Los signos de la falta de esperanza se manifiestan a veces en las formas preocupantes de lo que se puede llamar una « cultura de muerte »" (Ecclesia in Europa, n. 9).

¿Pero esta cultura "tolerante", tan "democrática", libre y abierta, oculta tantas cosas que van contra el propio hombre? ¿Cómo puede ser esto? Además, ¿cómo responder, de qué forma actuar?

"Además, por doquier es necesario un nuevo anuncio incluso a los bautizados. Muchos europeos contemporáneos creen saber qué es el cristianismo, pero realmente no lo conocen. Con frecuencia se ignoran ya hasta los elementos y las nociones fundamentales de la fe. Muchos bautizados viven como si Cristo no existiera: se repiten los gestos y los signos de la fe, especialmente en las prácticas de culto, pero no se corresponden con una acogida real del contenido de la fe y una adhesión a la persona de Jesús. En muchos, un sentimiento religioso vago y poco comprometido ha suplantado a las grandes certezas de la fe; se difunden diversas formas de agnosticismo y ateísmo práctico que contribuyen a agravar la disociación entre fe y vida; algunos se han dejado contagiar por el espíritu de un humanismo inmanentista que ha debilitado su fe, llevándoles frecuentemente, por desgracia, a abandonarla completamente; se observa una especie de interpretación secularista de la fe cristiana que la socava, relacionada también con una profunda crisis de la conciencia y la práctica moral cristiana. Los grandes valores que tanto han inspirado la cultura europea han sido separados del Evangelio, perdiendo así su alma más profunda y dando lugar a no pocas desviaciones. « Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra? » (Lc 18, 8). ¿La encontrará en estas tierras de nuestra Europa de antigua tradición cristiana? Es una pregunta abierta que indica con lucidez la profundidad y el dramatismo de uno de los retos más serios que nuestras Iglesias han de afrontar" (Ecclesia in Europa, n. 47).

La cultura de hoy es ésta: dramático, pero cierto. El momento que toca vivir es tiempo de esperanza y de evangelización. Pero la pregunta que se plantea es la siguiente:
¿responde nuestra acción eclesial a estos retos?
¿La pastoral -¡qué nombre empleado para justificar todo!- está atenta a estos desafíos y los aborda?
¿O no será que a veces las acciones pastorales son débiles en su contenido, plagios de organizaciones empresariales con muchas reuniones y actividades, entretenimiento y simple estar juntos a veces de meriendas y comidas?
¿Es una pastoral valiente, audaz, creativa, sólida en su contenido, acometiendo magnánimamente las grandes empresas evangelizadoras?

Preguntas, desde luego, para un amplio examen de conciencia y un renovado impulso, saliendo ya de la pastoral "del propio campanario" y de la catequesis como pequeño grupo de amigos hablando de sus propios sentimientos.

1 comentario:

  1. Si, Hermano Javie... esa sociedad actual si no busca su esencia -DIOS- irá deteriorándose...pues los valores materiales y egoistas del yo irán minvando esa luz del ESPIRITU que nos lleva a ÉL.
    Busquemos AL HIJO, QUE NOS LLEVARÁ AL PADRE... y EL ESPIRITU iluminará nuestras mentes y corazones..como nada ni nadie más puede ni podrá hacer.

    Gracias, hermano... Un Abrazo en CRISTO.

    Cramen

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