lunes, 28 de septiembre de 2009

Actos del penitente: Cumplir la penitencia


Última parte: cumplir la penitencia.

El sacerdote impone una penitencia que es aceptada por el penitente. ¿Un castigo como si fuera una multa de tráfico? Más bien una reparación y una medicina.

La penitencia busca unirnos más a Dios, en cierto modo, si se puede hablar así, “demostrarle” nuestro amor cuando con nuestro pecado le hemos mostrado antes nuestro rechazo. Es asimismo una acción de gracias, glorificando a Dios que salva por medio de sus sacramentos y cuya misericordia sigue llegando a nosotros.

Otro aspecto de la penitencia es su aspecto medicinal: se trata de curar las heridas que el pecado ha dejado y reparar sus efectos. Si el egoísmo es el pecado, la penitencia puede ser una limosna a Cáritas o un gesto de servicio; si el pecado es falta de amor al Señor, la penitencia puede ser un rato de oración en el Sagrario; si el pecado es difamar, hay que restituir la fama de quien ha sido difamado; si se ha robado, hay que restituir lo robado; si ha habido una discusión, la penitencia es pedir humildemente perdón, etc., etc.

“La satisfacción es el acto final, que corona el signo sacramental de la Penitencia. En algunos Países lo que el penitente perdonado y absuelto acepta cumplir, después de haber recibido la absolución, se llama precisamente penitencia. ¿Cuál es el significado de esta satisfacción que se hace, o de esta penitencia que se cumple? No es ciertamente el precio que se paga por el pecado absuelto y por el perdón recibido; porque ningún precio humano puede equivaler a lo que se ha obtenido, fruto de la preciosísima Sangre de Cristo. Las obras de satisfacción —que, aun conservando un carácter de sencillez y humildad, deberían ser más expresivas de lo que significan— «quieren decir cosas importantes: son el signo del compromiso personal que el cristiano ha asumido ante Dios, en el Sacramento, de comenzar una existencia nueva (y por ello no deberían reducirse solamente a algunas fórmulas a recitar, sino que deben consistir en acciones de culto, caridad, misericordia y reparación); incluyen la idea de que el pecador perdonado es capaz de unir su propia mortificación física y espiritual, buscada o al menos aceptada, a la Pasión de Jesús que le ha obtenido el perdón; recuerdan que también después de la absolución queda en el cristiano una zona de sombra, debida a las heridas del pecado, a la imperfección del amor en el arrepentimiento, a la debilitación de las facultades espirituales en las que obra un foco infeccioso de pecado, que siempre es necesario combatir con la mortificación y la penitencia. Tal es el significado de la humilde, pero sincera, satisfacción” (Juan Pablo II, Reconciliatio et Poenitentia, 31, III).

La penitencia hay que “cumplirla”, realizarla, íntegra y cuanto antes. E ir adquiriendo las sanas costumbres cristianas y las disposiciones espirituales para vivir siempre en gracia de Dios, en la amistad con Cristo.

2 comentarios:

  1. me sorprende lo jermoso de este contenido que nos abre una enorme puerta hacia Dios, me ha ayudado de verdad!,

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  2. wauuuuuu maravilloso

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